Coges el coche con desánimo, la mañana se levantó muy turbia
y fea.
Te adentras en la ruta y observas nubes negras que te
espían, empeñándose en seguir tu rastro durante el largo trayecto.
Llueve melancolía en los cristales, calando también sin
darte cuenta, en tu tierno y sensible corazón...
A medida que se empañan los cristales, va calando un poco
más en tu espíritu la triste nostalgia y, el sombrío cielo , va
cayendo plomizo sobre tu testa enturbiando poco a poco tus grises
pensamientos.
Una mueca de hastío se dibuja en tus labios, mientras
pones radio 80, para poder compensar. Al pronto, suena un éxito de esa época:
alegre melodía de esos " movidos " años que viene a llenar tu boca
con una abierta sonrisa...
Tu gesto cambia el registro y todo se torna
distinto. Comienzas a cantar la letra y miles de recuerdos se agolpan en tu
cabeza , transportándote a una escena particular que te llena de frenesí.
Ahora piensas que el día
tiene su encanto y el cielo gris un sentido color, el color de
la dulce nostalgia y el poder de la emoción... Las nubes ya no son tan
negras y la lluvia es solo un run-run que resbala por los cristales, pero no
moja tu corazón.
Vas llegando a tu destino y
el hastío de la mañana se ha convertido ,ahora , en serena expectación. Un tenue
rayo de sol sale de su escondite luciendo siete colores como por arte de
magia.
Dabas todo por perdido y ahora sales a la calle, dispuesto a cambiar el rumbo de este día que se antojaba deslucido, igual que el alma de tus emociones...
© Vegalur